A Villafañe y El Colorado

Viernes 8, sábado 9 y domingo 10 de enero.

Para llegar a destino tomamos la ruta provincial N° 1. Villafañe y El Colorado (límite de la provincia Formosa con Chaco) están en el deparamento Pirané.
Estado de ruta: muy bueno, poco tránsito.  

Con la idea firme de llegar en el día a El Colorados salimos durante las primeras horas de la mañana, un inesperado contratiempo se presentó cerca del aeropuerto cuando me di cuenta que mi bolsa de dormir cayó a un kilómetro. Volví a buscarla y amarré mejor las cosas (siempre hay que hacer buenos nudos y ajustar bien o tener alforjas, falle esta vez).  Otras paradas fueron el arroyo Tohué y en la estación de servicio de Tatané donde después de tomar agua y comer un poco seguimos por la ruta provincial 1 hasta Misión Laishí. Llegamos sin problemas, comimos empanadas en un lugar con aire acondicionado (¡la gloria!) y terminamos descansando debajo de unos árboles.
Villafañe era el destino más próximo.  Salimos en plena siesta, llevando poca agua (solo portamos una caramañola cada uno). 

Remera en represas

El calor quemaba las carnes y las nubes daban tregua tapando el sol por un rato cuando -alejados de toda civilización- nos dimos cuenta que el agua no sería suficiente. Llegamos a mojar nuestras remeras en represas para aliviar la temperatura del cuerpo mientras esperábamos encontrar alguien para pedir agua. 

En la zona de Presidente Irigoyen ya necesitaba más agua e iba a pedir en el primer campo o casa que viera. Nada a la izquierda, nada a la derecha, solo monte. Seguimos avanzando, dimos con una improvisada parada de colectivos donde estaban tres personas con equipos de tereré pero no tenían más agua ¡la peor noticia! Una de ellas dijo que vivía cerca, subió a su moto y volvió con agua fría para nosotros, después de  agradecer, tomar un poco (alivio total) y llenar las caramañolas reanudamos camino. 


Oler a rayos

Por la tarde, las ruedas pisaron Villafañe, decidimos quedarnos y al otro ir hacia El Colorado.
 La verdad es que la transpiración y el agua de represa hicieron una combinación mortal ¡apestábamos! Necesitábamos una ducha urgente.
Los lugareños hablaban de un camping que podría tener baño, anduvimos pedaleando de un lado para el otro queriendo encontrarlo hasta que nos dimos cuenta que el “camping” era el polideportivo municipal que no cuenta con ni un solo encargado a la vista.  Portón grande abierto, chicos jugando al fútbol en una cancha bajo techo pero las que podrían ser puertas de baño estaban cerradas. Terminamos en un hospedaje que puede verse por la avenida principal en una esquina al ingresar pocas cuadras.  Después de volver a oler “decente”, comimos y yo me dormí hasta el día siguiente.

Hasta EColorado


Amaneció nublado con lluvia, comenzamos a pedalear cuando paró. Llegamos a El Colorado al mediodía, fuimos hasta el puente que une a esa ciudad con la provincia de Chaco.
El lugar donde pasamos más tiempo fue la plaza. Tiene muchísimos árboles que dan sombra para las mejores siestas, wi fi gratis (¡y funciona perfecto!), un escenario, monumento a las madres,  al general José de San Martín, escultura del alguacil y otras más. 
Una vez más, la lluvia se hizo presente obligándonos a refugiarnos en una garita de colectivo y limitándonos la recorrida. Pasaban autos, camiones y colectivos salpicando todo el agua de los charcos hacia donde estábamos. Pararon las gotas  y decidimos volver.
En Villafañe pasamos la noche del sábado durmiendo en una de las tres plazas que están ubicadas sobre avenida principal. No tienen wi fi pero sí serenos, baño abierto durante casi toda la noche y en buenísimas condiciones.
Salir con las primeras luces del día era lo que queríamos por lo que, después de probar , propuse  a mi amigo no armar las carpas para no perder el tiempo a la mañana y solo colocar las bolsas de dormir sobre los bancos.  Dormí cómoda. Nunca antes había dormido en un banco.

La vuelta

Tres botellas llenas de agua… esta vez no nos iba a faltar lo esencial.
El tramo Villafañe-Laishí es el más largo, llegamos sin problemas y con poco descanso. Seguimos hacia Tatané pero no fue tan fácil: Alcides venía con pocas energías o yo con demasiadas. Hacia unos metros y paraba a esperar que me alcanzara, también frenamos para tomarnos unos minutos porque el sol pegaba fuerte.
Llegar a Tatané fue una alegría tremenda porque estábamos mucho más cerca de Formosa capital. En la estación de servicio comimos y nos quedamos dormidos en las sillas (¡hechos bosta!), nos levantamos, pedimos agua en la policía, subimos a las bicicletas y seguimos. En la Cruz nos separamos, cada uno hacia su hogar y qué lindo fue llegar. Ducha y cama.



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